El conocimiento del principio físico
de la Electroerosión se remonta al siglo XVIII, ya en el año 1770 el inglés
Priestley deja constancia del efecto erosivo de las descargas eléctricas
sobre metales conductores del calor y la electricidad. Pero no es hasta
el año 1943 cuando el matrimonio ruso Lazarenko tiene la idea de explotar
este efecto erosivo y desarrollar un nuevo método de arranque de viruta
sin contacto entre la pieza y la herramienta llamado Electroerosión.
Es sabido que al
desconectar un interruptor salta una chispa entre los dos contactos que
va erosionándolos poco a poco. El matrimonio Lazarenko tuvo la idea de
aprovechar esta erosión, controlarla y agrandarla, para ello sumergen
los dos electrodos en un líquido dieléctrico aislante, lo que refuerza
mucho la potencia de las descargas. Al mismo tiempo crean un generador
capaz de generar una sucesión de descargas eléctricas, lo obtienen a partir
de un circuito eléctrico muy sencillo que recibe el nombre de Circuito
Lazarenko, aunque posteriormente se llamará Generador de Relajación. Este
primer generador ha sido utilizado durante largo tiempo y sometido a varias
modificaciones para mejorar su rendimiento.
El mundo industrial
no se interesó por la Electroerosión hasta 1950, época en la que aparecen
las primeras máquinas utilizadas únicamente para la extracción de brocas
y machos rotos en el interior de las piezas, es decir operaciones estas
adicionales a las realizadas por procedimientos convencionales que tenían
poca importancia.
El avance espectacular
de la Electroerosión se produce a partir de 1959 cuando aparece la primera
maquina equipada con un generador de impulsos totalmente transistorizado,
este generador aplica una serie de impulsos eléctricos rectangulares a
ambos eléctrodos (pieza y herramienta), los cuales se encuentran inmersos
en un líquido dieléctrico, así se producen las descargas (todas iguales)
que van arrancando material de la pieza a trabajar. La principal ventaja
de este tipo de generadores respecto a los anteriores es su mayor velocidad
de mecanizado, un menor desgaste volumétrico del electrodo y una mayor
uniformidad en la rugosidad de acabado de las piezas mecanizadas.
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